Un sueño se compone de fragmentos de realidad que hemos conocido y almacenamos en nuestra memoria. Lo divertido y a veces inquietante es que estos elementos que recupera el subconsciente parecen asociarse de manera aleatoria. Esto da como resultado unas visiones e historias muchas veces absurdas desde el punto de vista de la vigilia. En un sueño lúcido se es consciente de que se está soñando y se pueden tomar decisiones dentro de él. Al saber que lo que acontece es ficción, uno se sitúa a los mandos de la creatividad onírica y se elige recuperar la normalidad o experimentar lo imposible.
Algo muy parecido ocurre en el proceso de este trabajo que reflexiona sobre el medio fotográfico y las fijaciones personales. Para la fotografía se necesita la presencia física de cosas conocidas y objetivas, por lo que se parte de una realidad que además de ser registrada por la cámara puede alterarse mediante numerosas decisiones (encuadre, escenificación, desenfoque, coloreado digital…).
El momento de lucidez ocurre al tomar consciencia de que más que creando se está construyendo una imagen con los recursos con los que contamos gracias a la experiencia y la memoria. De ahí que, como en los sueños, algunas ideas insistan en reaparecer y la interpretación de lo que ocurre sea difícil de precisar.
Imagen fotográfica y sueño lúcido son por tanto producto de un sedimento de recuerdos y fijaciones cuyo interés reside en qué se ha decidido hacer con ellos.